Hola:
Soy Mayte Ortiz y entre otras cosas, me gusta leer a Aristóteles.
En el siglo IV antes de Cristo escribió esto en su obra “Retórica”:
“La habilidad para hablar y actuar, pues todo ello es causa productora de bienes”.
Esto sigue siendo vigente hoy en día.
Usar bien las palabras es un superpoder que te puede producir muchos bienes
Empecé a escribir en el instituto.
Se me daba bien redactar y me encantaba salir los fines de semana pero no tenía dinero.
Solución: Vender redacciones.
Algunos compañeros me decían:
- Quiero un notable.
Yo les respondía que no, que mejor un suficiente en rojo con tres flechas hacia abajo. Porque como nunca pasaban del 3, un notable iba a ser muy descarado.
A algunos los conocía de toda la vida.
Sabía de sobra cómo hablaban, y no me costaba nada usar sus palabras para que pareciera que ellos eran los autores.
Y si no los conocía, les pedía que me hablaran un rato de lo que fuera.
Así les pillaba su tono.
Investigaba su manera de hablar.
Por supuesto que les cobraba por adelantado.
Si lo hubieras conocido tú también lo hubieras hecho.
Yo les vendía su aprobado y ellos a cambio a me resolvían varios findes.
Eran buenos clientes, me recomendaron a otros que también pagaban por adelantado y respetaban las normas del suficiente en rojo con cero, una, dos o tres flechas hacia abajo.
Ganábamos todos.
Fue la primera vez que vendí con palabras.
Después llegó la vida real y con ella el trabajo.
Seguí escribiendo: cartas de bienvenida, reclamaciones, una promoción… e incluso algunas de “por favor, páganos ya”.
Hasta que un día llegó la prueba de fuego: escribir los textos de la web de una entrenadora personal que trabajaba el biohacking.
Le pregunté mucho sobre lo que hacía.
Leí sobre biohacking.
Volví a preguntar.
Volví a leer.
Y lo más importante: investigué quién podría ser su público objetivo y le pregunté qué es lo que esperaba de una entrenadora personal.
Este público estaba formado por mujeres de más de 45 años que se habían descuidado por falta de tiempo o por lo que fuera.
El título que aparecía en la primera página de su web era: “¿Conoces todos los beneficios del biohacking?”
Propuse que la cambiara por “¿Sabes que puedes volver a entrar en esos vaqueros que tienes en el fondo del armario, que te hacían cuerpazo y que no los tiras porque no pierdes la esperanza de volver a ponértelos?”.
¿Qué pasó? Pues lo que tenía que pasar, que funcionó.
Porque muchas de esas mujeres tenían esos vaqueros escondidos con la idea de volver a entrar en ellos.
No necesitaban saber qué era el biohacking, sino volver a sentirse bien en su cuerpo sin riesgos para su salud.
Rehice la web entera, con palabras entendibles, y conseguí que la entrenadora disparara su facturación.
Esto fue hace mucho tiempo.
Pero sigo haciendo lo mismo: uso las palabras de tus clientes para que se reconozcan y te compren o contraten tus servicios.